andres marrugo

Haciéndole espacio a la ficción


El arte es para nosotros como un alimento para sobrellevar la rutina y lo banal. En lo práctico no se encuentra inspiración, en cambio lo bello y sencillo, lo armonioso, nos traslada a otros lugares y nos hace creer en algo mejor que nosotros mismos. De eso se trata la vida – por lo menos la vida digna.

Es así como comienza mi historia, no una particularmente interesante, sino una que lucha por empaparse de otras, especialmente las imaginarias y fantasiosas.

No es fácil hacerle espacio a la ficción en nuestros tiempos. Entre el trabajo, la rutina, y los que tenemos hijos pequeños, vaya si recordamos la última vez que fuimos a cine. Y para la vergüenza de muchos, cuando y cuál fue el último libro que leímos.

Muchos dirán que la ficción abunda en sus vidas porque se ven Juego de Tronos o porque de vez en cuando le arrancan horas al sueño y se ven alguna serie en netflix. Pero la verdad, es que no le hacemos ni el espacio, ni el tiempo que se merece. Porque sin la ficción, la vida es plana. Y en los mundos planos no existen las montañas rusas.

Ante este reto, mi esposa y yo decidimos que teníamos que hacer algo. Que no podía ser que la vida misma se nos consumiera sin darnos cuenta. Que queríamos aprovechar los tiempos muertos. Así hicimos.

Hoy “leemos” (escuchamos) audio libros en el trayecto de casa al trabajo y vuelta. Y esto ha sido una maravilla. Es como un secreto que compartimos y sólo los dos, como un par de confidentes nos subimos al carro, cruzamos las miradas, un pequeño guiño, le extiendo el celular y ya sabemos por dónde va la cuestión. Comienza una aventura al medioevo, o a Montevideo de los años 40, o quién sabe dónde. Eso es lo bello, eso es estar vivo.

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