andres marrugo

El poder de la palabra

Ulima palabra
photo credit: Robert Croma via photopin cc

Si hay un podcast que no me puedo perder es el de RadioLab. Es un programa de la radio pública de Nueva York que se centra en temas científicos y filosóficos. Pero lo mejor de RadioLab es la forma en como presentan las historias, en particular la forma en como editan el programa. Ambientan con efectos de sonido y música que te transportan directamente al lugar donde ocurrió el evento. Es increíblemente conmovedor.

Uno de los temas recurrentes en sus programas es el lenguaje como parte esencial de lo que somos y en cuanto determina nuestra percepción del mundo. A veces creemos que el lenguaje no es más que una herramienta que nos permite describir lo que vemos y pensamos, pero en realidad es mucho mas.

En ocasiones el hecho de no tener una palabra (o un concepto) para un objeto nos impide percibirlo. Parece mentira, pero no lo es. Por ejemplo, recientes estudios han mostrado que no todas las culturas describen los colores, que físicamente vemos, de la misma manera. Algunas culturas tienen el mismo nombre para el azul y el verde, lo cual afecta la manera en que su cerebro percibe el mundo. Al presentarle los dos colores en una pantalla, los individuos dicen que no ven diferencia alguna – que es el mismo color. Vale la pena recalcar que los sujetos del estudio no tienen ningún problema de visión, la cuestión está ligada a como el lenguaje afecta la habilidad del cerebro para percibir la distinción. En efecto, nosotros no vemos con los ojos, sino con el cerebro.1

Descifrando el mundo con las manos

Otro ejemplo claro del lenguaje ligado al poder cognitivo o de la percepción es el de los niños sordos de Nicaragua y su lengua de señas. La peculiaridad de dicha lengua es que se desarrolló de manera aislada de otras lenguas de señas en los años ochenta cuando el gobierno Sandinista creó la primera escuela pública para niños sordos en la historia del país. El lenguaje evolucionó naturalmente a partir de la comunicación entre los propios estudiantes – sin la intervención de los adultos.

De hecho, los profesores que intentaron la utilización de dactilología con signos elementales para representar los fonemas, pero resultó en un completo fracaso, ya que la mayoría de los alumnos no tenían la menor noción de lo que era una palabra, al no haber estado nunca expuestos a la lengua oral ni a la escrita. Por consiguiente, los niños y los docentes estaban desconectados lingüísticamente.

Inicialmente, los alumnos solo podían usar gestos rudimentarios, utilizados dentro de sus propias familias, pero una vez que se los reunió, comenzaron a crear entre ellos de forma independiente un lenguaje propio. Mientras que a los profesores les resultaba difícil entender a sus alumnos, éstos se comunicaban entre sí sin ningún problema. En unas pocas décadas había nacido un lenguaje maduro con su propias reglas y gramática. En las palabras de Steven Pinker

(…) es un caso absolutamente único en la historia. Hemos podido ver cómo los niños (y no adultos) generan el lenguaje, y hemos podido registrar lo sucedido con un gran detalle científico. Y es la primera, y la única, vez que hemos realmente visto la creación de un lenguaje a partir de la nada.

Steven Pinker

Es realmente un caso extraordinario y por ello el gran interés de los lingüistas y psicólogos por estudiar lo acontecido.

Con el paso de los años más niños se incorporaron a la escuela y aprendieron rápidamente el lenguaje de señas. Lo que conllevó a que en unas pocas generaciones la lengua se volviera cada vez más sofisticada y compleja.

A los investigadores (los que lograron descifrar el lenguaje) les llamó la atención la (aparente) diferencia cognitiva entre las primeras generaciones y las subsiguientes. En uno de los estudios se les enseñaban unos dibujos animados tanto a los niños como a los adultos sordos de Nicaragua. Luego se les pedía que contaran lo que habían visto. Los adultos (los creadores del lenguaje) intentaban replicar lo acontecido, casi con los mismos movimientos que los personajes de la animación. Por otra parte, los niños (las nuevas generaciones) podían relatar lo que habían visto prácticamente sólo con movimientos de las manos. El nivel de sofisticación era tal que no necesitaban del énfasis corporal para transmitir el mensaje. Además los niños no sólo se limitaban a comunicar lo que habían visto, sino también su interpretación de los eventos. Lo que debía estar pensando un personaje. Lo que era valioso o importante para él – cosas que claramente implicaban un nivel cognitivo mucho mayor. Mientras que los adultos, al no tener palabras para expresar conceptos más complejos relativos al pensamiento no parecían percatarse de las cosas subyacentes en la escena.2

Una de las posibles explicaciones para lo que encontraron los investigadores tiene que ver con el lenguaje. Mientras que los adultos – la generación fundadora – sólo tenían una palabra para referirse a “pensar” (señalando con un dedo en la frente), los niños tenían muchísimas más. Los niños tienen palabras para decir cosas como “yo sé algo que tu no sabes”, o “yo sé algo que a ti te gustaría saber”, etc. No entraré en más detalles,3 pero parece evidente que entre más sofisticado sea el lenguaje también lo serán nuestras capacidades cognitivas para descifrar el mundo que nos rodea.

Recursos recomendados

  1. Si viéramos con los ojos, viéramos el mundo al revés porque la imagen se forma invertida en nuestra retina y es el cerebro el que la invierte. También veríamos imágenes que les falta un trozo debido al punto ciego que tenemos causado por el nervio óptico.

  2. Esto me recuerda a lo que se refiere Jean Marie Auel en su saga Los hijos de la Tierra, cuando dice que los neadertales no son capaces de hacer abstracciones de los objetos cotidianos. Simplemente se ciñen a señalarlos. Para ellos cada árbol es distinto el uno del otro, el concepto genérico de “árbol” no existe.

  3. Si te interesan los detalles, escucha el episodio de Radiolab y mira el artículo a linguistic Big Bang.

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