Una línea recta puede ser la distancia más corta entre dos puntos, pero de ninguna forma es la más interesante.
–Doctor Who, en “The Time Monster” de Robert Sloman, BBC, 1972.
En ocasiones lo evidente, lo coherente y lo lógico, no resultan necesariamente en momentos significativos en nuestras vidas. Imagina lo aburrido que debe ser, cuando todo sale perfecto. Casi siempre, los mejores recuerdos los tenemos por esos pequeños errores que derivan en nuevas realidades colapsándose ante nuestros ojos.
Hoy, estuvimos en una cita médica en el centro de Cartagena. Habíamos aparcado el carro unas tres o cuatro cuadras de dónde estábamos. Así que al salir, lo lógico era caminar directamente hacia el parqueadero, pagar y regresar a casa. Esto es algo que hemos hecho unas cuantas veces, y al salir sin pensarlo mucho estábamos caminado hacia el parqueadero, como siempre hacemos. Sin embargo, hoy era diferente, habíamos traído a los niños.
Al llegar a uno de los accesos a la muralla, Nicolás enseguida insistió en que debíamos caminar por la muralla. Que la calle era aburrida – y en efecto lo es. Qué mejor que caminar de regreso mientras miras el mar y tienes bajo tus pies una fortificación de alrededor de cuatrocientos años.
En realidad creo que no se trata de aventurar e ir a dónde el viento lo lleve a uno. Se trata más bien, de tomar consciencia de nuestras vidas, de no dejarnos llevar siempre por la rutina. Que hasta una simple ida al médico, puede convertirse en un motivo para escribir y reflexionar.