“La enseñanza y la investigación son las dos funciones básicas y complementarias de la universidad y es muy difícil enseñar en el nivel universitario sin las ideas y hallazgos proporcionados por la investigación.” – Julián Casanova in El peso de la mediocridad | Opinión | EL PAÍS
La idea de la enseñanza y la investigación como dos actividades complementarias no es nueva y en realidad es algo que tengo muy asumido desde hace tiempo. Desde que comencé a tener más contacto con la academia empecé a entender el gran valor agregado que le aporta un profesor investigador al proceso educativo que lidera.
Un profesor que no investiga difícilmente encuentra razones para mantenerse al día con su área del conocimiento. Incluso la metodología y las herramientas cambian, así el contenido sea aparentemente inmutable como puede ser un curso de matemáticas. Sin embargo, yo iría un poco más allá e insistiría en que no tiene sentido impartir cursos de, por ejemplo matemáticas, sin tener la certeza para qué utilizarán eso los estudiantes en el futuro.
Hacer investigación es, en ocasiones, como tener un acceso privilegiado al futuro, en el sentido en que se tiene idea de hacia adonde se dirige un campo del conocimiento. Cuando se tiene ese poder, resulta más fácil trazar el rumbo de la educación y organizar mejor las herramientas que se necesitan. Por ello lo de los cursos básicos y aparentemente inmutables, son sólo eso inmutables en apariencia.